Punto uno: estudia Aprendizaje Cooperativo.
Puede parece una tontería, pero lo primero debería ser leer sobre aprendizaje cooperativo. No es fácil incorporar totalmente el aprendizaje cooperativo si no lo hemos estudiado ni lo hemos probado anteriormente: el aprendizaje cooperativo supone crear y utilizar distintos agrupamientos de una manera cuidadosa y atendiendo a ciertos principios (interdependencia, interacción, responsabilidad individual y hacia el grupo, promoción de las relaciones interpersonales, evaluación constante del funcionamiento del grupo, etc.), que se deben conocer antes de poner en práctica la técnica. 
Punto dos: trabaja las relaciones interpersonales.
Todo educador debería preocuparse por las relaciones interpersonales en la clase donde trabaje; mejorar éstas es beneficioso tanto si se utiliza el aprendizaje cooperativo como si se usan estructuras competitivas o individualistas.
Comenzar por las relaciones interpersonales consiste en favorecer que los estudiantes se conozcan, desarrollen conductas y actitudes pro-sociales, aprendan a estar juntos antes de aprender juntos. Este tipo de actividades no son una pérdida de tiempo para ninguna de las áreas de conocimiento pero en algunas pueden ser especialmente interesantes, como por ejemplo para la enseñanza de idiomas.
Punto tres: comienza con parejas, pasa a cuartetos, acaba con sextetos.
Uno de los factores de fracaso más frecuentes cuando se pretende trabajar con aprendizaje cooperativo es querer trabajar con grupos numerosos desde el primer día. No suele funcionar: es mejor “crecer” gradualmente; la máxima a seguir es que el tamaño de los grupos depende de la experiencia en trabajo en grupo y la dificultad de la tarea a realizar.
Punto cuatro: define las funciones de los miembros de los grupos con total claridad.
El aprendizaje cooperativo exige responsabilidad individual dentro del grupo, hacia uno mismo y hacia los otros miembros del grupo. Si no se definen las funciones de cada uno con claridad, es posible que uno asuma la tarea de varios, lo cual es perjudicial para el que trabaja y, sobre todo, para los que no trabajan.
Punto cinco: planifica cuidadosamente cada sesión.
Debemos planificar – y comunicar con claridad – los objetivos de cada sesión y cada actividad, los tipos de agrupamientos, los materiales que utilizarán y los métodos y criterios de evaluación. Las instrucciones tienen que ser muy claras y precisas, sobre todo si es una actividad larga.
Punto ncoopera con tus compañeras y compañeros
¿Por qué tiene el profesor que estar sólo en el aula? Si colaboramos con otros adultos (docentes, padres y madres, familiares, estudiantes de universidad, voluntarios)podremos atender mejor a los grupos, cubrir sus necesidades más satisfactoriamente y, además, predicar con el ejemplo, lo cual suele ayudar a ser convincente.
Evidentemente, aún quedan cosas por escribir, pero estos primeros puntos nos dan una pista del tipo de cosas que podemos hacer para poner en funcionamiento unas clases cooperativas.
Roles de grupos cooperativos

Somos muchos los/las docentes que trabajamos el aprendizaje cooperativo dentro del aula. Como bien sabéis, no es tarea fácil pero ver sus resultados te anima a seguir aplicándolo día tras día. Uno de los aspectos más característicos son los roles que adquieren los alumnos/as dentro de su equipoSegún a quién leas o al curso de formación que vayas pueden variar, pero normalmente suelen ser: portavoz, moderador/a, observador/a, coordinador/a, repartidor/a, árbitro… En función de la realidad de tu aula, siempre escoges los que mejor se adaptan a tus alumnos/as.
Cómo formamos los grupos
Un aspecto importante a tener en cuenta es que han de ser heterogéneos. Por tanto tenemos en cuenta: el rendimiento, el género, el grupo étnico, las necesidades educativas, las actitudes y comportamientos… a la hora de crear un grupo. Así, es recomendable que los grupos los forméis los tutores/as que sois quien más conocéis a vuestros alumnos/as.
Lo ideal es formar grupos de cuatro alumnos/as, así la comunicación es más fácil y fluida entre ellos. En clases numerosas los tutores suelen formar grupos de cinco también.
Un consejo que os damos es que empecéis a trabajar primero por parejas. Es decir, no sentarlos de dos en dos, sino en grupos, pero que trabajen por parejas. Podéis introducir actividades que tengan que resolver con el compañero/a. Os decimos esto por propia experiencia, cuando nunca has trabajado por cooperativo, lleva un proceso instaurar las normas y que las asimilen tanto nosotros/as como ellos/as. Si empezamos por parejas es más sencillo de controlar y después más fácil de aplicar a pequeño grupo.
Cómo asignamos los roles

En un principio los asignamos nosotras. Pero después de un trimestre nos dimos cuenta que los alumnos/as eran capaces de dialogar y repartir los roles de forma asertiva y respetuosa. Así que al comienzo de cada proyecto, dejamos unos 5 minutos para  que ellos/as por sí mismos decidan qué rol va a ocupar cada uno.
Nos llamó la atención, que en uno de estos momentos de asignación, una alumna un pelín no muy organizada, se le asignó el rol de recoger y repartir los libros. Les preguntamos el motivo de esa asignación y contestaron:
«Porque como necesita ser un poco más ordenada, con este rol, aprenderá a serlo y mejorará»
Tarjetas de roles de equipo cooperativo

Un problema que tuvimos a principio de curso es que no acababan los alumnos/as de asumir su papel al 100%. Bien porque no recordaban sus funciones o bien porque no había ningún distintivo que se lo recordara. Por ello creamos estas tarjetas de roles para pegar en la mesa. La idea la sacamos de un curso de formación docente, el ponente lo usaba con sus alumnos/as y nos encantó la idea.
Hemos elegido estos roles en función de las necesidades de nuestra aula, sabéis que pueden haber muchos más. Pero como colgamos lo que vamos usando en el aula, de momento sólo tenemos estos.
Os aconsejamos que los plastifiquéis y los peguéis a la mesa con velcro adhesivo. Porque así cada vez que cambien de rol, solo tendrán que estirar y cambiar de tarjeta.